jueves, 6 de diciembre de 2007

Creerle a Dios y obedecerle

Aquellos doce que el Señor formó, aprendieron a caminar por la senda de lo sobrenatural pues, tenían que reproducir el carácter de Cristo en todas las formas a través de sus propias vidas. Por esta razón, los líderes religiosos que se oponían al desarrollo del cristianismo, quedaron atónitos con el denuedo de Pedro y de Juan, sabiendo que eran personas iletradas, pero reconocieron que habían estado con Jesús. El modelo de los doce es algo en sí mismo sobrenatural que el Señor Jesucristo implementó a fin de que su ministerio se moviera constantemente en esa dimensión. Vino directamente de Dios al corazón de Jesús y, en el momento preciso, cuando estaba en la búsqueda de la mejor estrategia para que la visión de ganar multitudes se hiciera realidad, llegó de la experiencia de Jesús a mi corazón.
Unción de milagros
“Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia” (Mateo 10:1).

Mientras Jesús estuvo en la tierra, ministró personalmente. Al leproso le
preguntó: ¿qué quieres que te haga?, y él le dijo: “Señor, si quieres, puedes
limpiarme” a lo que Jesús manifestó su interés y operó el milagro. De igual forma sucedió con el ciego Bartimeo y con muchos que se acercaban esperando una oportunidad, guiados por la fe; el Señor sanó, resucitó muertos, echó fuera demonios y realizó centenares de milagros extraordinarios estando muy cerca de las personas. Para Jesús, la iglesia eran las personas.

Una de las primeras cosas que aprendí de la experiencia de Jesús es que
implementar el trabajo con doce personas implica el andar en lo sobrenatural, echando fuera demonios y operando milagros de acuerdo a la necesidad de cada persona. Un precio que se debe pagar para que el modelo de los doce logre su objetivo consiste en actuar de manera similar a como Jesús lo hizo con sus discípulos: limpiando leprosos, dando vista a los ciegos, levantando paralíticos, etcétera. Cuando un pastor desarrolla su ministerio respaldado por este tipo de milagros, se extenderá por la ciudad la noticia de que hay un predicador al que Dios respalda con maravillas y prodigios, y la gente, también necesitada de un milagro, correrá a escuchar su mensaje. Definitivamente el modelo de los doce permite que las multitudes acudan a los pies del Señor.

Las multitudes seguían Jesús por los milagros que hacía. Si queremos tener una iglesia con multitudes como estrellas, es muy sencillo, tenemos que caminar en lo sobrenatural haciendo milagros, actuando en el poder del Espíritu Santo.
Cuando el leproso se acercó a Jesús, El no le dio un discurso haciéndole ver las maldiciones que lo ataban, sencillamente miró su necesidad, destacó su fe y le dio lo que necesitaba. Tenemos la certeza de que la iglesia cuenta con la repuesta para cada una de las necesidades de la gente, y hemos podido comprobar que la mejor manera de ayudar a las personas, es dándoles solución a sus diferentes problemas pues, su fe se fortalece cuando ven que Dios sí les da respuesta a sus necesidades. Cualquier padre por escéptico que sea, cuando se enfrenta ante alguna enfermedad incurable en la vida de alguno de sus hijos, doblegará todos sus argumentos y estará dispuesto a creer en aquello que le proporcione el milagro a su hijo.
Un modelo de compasión (Mateo 9:35-38)

Luego de esta experiencia fue que Jesús decidió llamar a sus doce discípulos y otorgarles autoridad para echar fuera demonios y sanar enfermedades. Notemos que el modelo de los doce nació cuando el Señor sintió compasión de la gente, al ver que eran ovejas desorientadas que no tenían pastor. Lo que da crecimiento a la iglesia es el trabajo evangelístico, pero la conservación de cada persona se da a través de los doce pues, cada líder de doce, está en capacidad de pastorear a otros doce. Si sentimos compasión por la gente, entonces estaremos dispuestos a cuidar de ellos y a orar por sus necesidades procurando el milagro que anhelan para su vida, tal como lo hizo Jesús con sus discípulos.

Con el modelo tradicional es muy difícil que todos los miembros de la
congregación tengan acceso al pastor, pero a través del modelo de los doce
todos tienen contacto con el pastor porque reciben de su líder la misma visión y así cada quien se siente pastoreado.

Cuando entendí la importancia de sentir por la gente la misma compasión que tuvo Jesús, fue cuando empezó a surgir en mí la necesidad de implementar una estrategia que me ayudara a atender a cada persona en medio de la magnitud de crecimiento que empezaba a darse en la iglesia. De esta manera Dios fue preparando mi corazón para revelarme el modelo de los doce; un modelo que hoy ha bendecido los cinco continentes de la tierra.

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