jueves, 6 de diciembre de 2007

CONSOLANDO A SU PUEBLO

“Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios. Hablad al corazón de Jerusalén; decidle a voces que su tiempo es ya cumplido, que su pecado es perdonado; que doble ha recibido de la mano de Jehová por todos sus pecados” (Isaías 40:1-2).
El profeta expresó el sentir del corazón de Dios hacia un pueblo que le fue difícil
entender el lenguaje de la fe, y que por esta causa, tuvo que atravesar por toda clase de adversidades, hasta ser quebrantado y moldeado a Su semejanza.

Dios, a través de este pasaje, le da al pueblo:
a. Una voz de consolación. “Consolaos, consolaos pueblo mío”. Lo único que puede darnos esperanza y traer consolación, es la Palabra de Dios. Pero esta cobra poder, cuando las personas la reciben con un corazón abierto, se estremecen con ella y pueden tener un verdadero arrepentimiento. El propósito que Satanás tiene a través de la adversidad, es que las personas desfallezcan en su fe, y decidan recurrir a mecanismos humanos, sin necesidad de tener a Dios en cuenta. Más cuando los creyentes deciden depositar sus cargas en Dios, el Señor se apropia de sus necesidades, les da una palabra que los alienta, y la confianza de que Él los protegerá. El salmista David dijo: “Confortará mi alma” (Salmos 23:3a).

b. Una voz de esperanza. “Su tiempo es ya cumplido”. Dios es un Dios de
tiempos, y nunca llega tarde; Él es exacto en todo lo que hace. Y este es el tiempo de salvación para cada uno de Sus hijos; pues Dios no demorará Su promesa, sino que es paciente para con todos, pues no quiere que ninguno perezca y que todos procedan al arrepentimiento.

c. Una voz de salvación. “Su pecado es perdonado”. Note que el tiempo del
verbo, está en un presente continuo, y esto habla que la gracia redentora de
Dios está disponible para perdonar “ahora” nuestros pecados. Es importante que inmediatamente identifiquemos aquellas cosas en nuestra vida que no agradan a Dios que las llevemos a la Cruz y declaremos la victoria sobre cualquier fuerza adversa que nos controló en el pasado. Pablo dijo: “Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu” (Gálatas 5:24-25).

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