jueves, 6 de diciembre de 2007

AMOR DEL CIELO

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Por Pastor César Castellanos
“Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; Mas me preparaste cuerpo. Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron. Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, Como en el rollo del libro está escrito de mí” (Hebreos 10:5-7). Jesús sabía que venía a este mundo a cumplir una de las misiones más delicadas: La redención de la humanidad. Él era consciente de que si no la llevaba a cabo, no habría una segunda oportunidad de salvación para Su pueblo. Los sacrificios practicados semana a semana por Israel no eran suficientes para borrar la culpabilidad de sus almas, y por eso, Dios Padre tuvo que permitir que Jesús viniera a este mundo y se convirtiera en Cordero de expiación; la Cruz del Calvario, era el único sacrificio viable para exonerarnos del pecado de nuestros corazones y liberarnos.
La voluntad del Padre era que Jesús redimiera a la humanidad, razón por la cual, preparó un cuerpo humano para que Su Hijo se encarnara en él, presentándose como sacrificio expiatorio, agradable y acepto ante Dios.
Su amor nos redimió
Son muchos los hombres que en este mundo han escalado los más encumbrados peldaños de la fama, a tal punto que muchos de sus seguidores los tienen por divinidades y otros con alegría ofrendan sus vidas para defender sus ideales.
Pero la vida de Jesucristo difiere de cualquier otro ser famoso de este mundo en que:

a. Siendo Dios, se hizo hombre. “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:5-8).
b. Siendo rico, se hizo pobre. “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos” (2 Corintios 8:9).

c. Siendo santo, se hizo maldición. “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por
nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)” (Gálatas
3:13).
d. Siendo justo, se hizo pecado. “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8).
e. Siendo sano, llevó nuestras enfermedades y dolores. “Ciertamente llevó él nuestras
enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:4-5).
f. Siendo recto, murió con los impíos. “Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca” (Isaías 53:9).

g. Siendo perfecto, fue quebrantado por nosotros. “Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo,
sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada” (Isaías 53:10).

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